1. El honor más grande de Dios tiene lugar cuando aquellos que están muy alejados comienzan a acercarse a Él. Pues en ese momento, “El Nombre del Santo, bendito sea, asciende y es glorificado, arriba y abajo” (Zohar II, 69a) y aumenta así el honor de Dios en el mundo. Por lo tanto, es deber de cada uno el esforzarse para acercar a aquellos que están lejos de Dios. Más aún, nadie debe decir, “¿Cómo puedo acercarme a Dios cuando, debido a mis muchas y malas acciones, estoy tan lejos de Él?”. Pues en verdad sucede todo lo contrario: Cuanto más alejada esté la persona, más se exaltará el honor de Dios al retornar y acercarse a Él. Pues ése es el honor más grande de Dios. 5 Jeshvan 2. Cuando la gente que está afuera se acerca y entra a la santidad, así sean prosélitos que se convierten al judaísmo o judíos alejados que retornan a la fe - ello constituye el honor más grande de Dios y “El Nombre del Santo, bendito sea, asciende y es glorificado, arriba y abajo”. El honor se eleva entonces a su raíz, que es el temor sagrado y ello, a su vez, trae paz al mundo. 3. Mediante la Torá es posible acercar a los prosélitos y a todos aquellos que retornan a la fe y hacerles conocer el sendero que deben tomar. 4. Al estudiar la Torá en santidad, la persona despierta a los pecadores judíos y a los prosélitos, llevándolos al arrepentimiento. Pero para ello hace falta la humildad más grande. Con esa cualidad, uno merece estudiar verdaderamente la Torá, llegando a ser capaz, mediante sus estudios, de iluminar y de despertar las raíces de las almas del pueblo judío - incluso las almas de aquellos que se encuentran a muchos kilómetros de distancia. Esto también se aplica a los pecadores judíos, “mientras sigan siendo llamados ‘judíos’ - pues aunque han pecado, aún siguen siendo judíos” (Sanedrín 44a). Mediante el estudio de la Torá es posible hacer brillar sobre ellos la luz proveniente de la raíz de sus almas, allí en donde se encuentren y de esa manera, llevarlos al arrepentimiento. 5. Cada persona -y en particular el estudioso de la Torá- debe ocuparse, mediante su estudio, de iluminar y de llevar bendiciones a las raíces de las almas - es decir, hacia el “primero en el pensamiento [de la creación]”. Con ello, podrá acercar y despertar al arrepentimiento a los malvados y a los prosélitos - incluso a aquellos que se encuentran muy lejos, físicamente, de la persona [en el momento en el que está estudiando]. Entonces merecerá también tener un hijo que llegue a ser un estudioso de la Torá. Pero si no estudia de esa manera, su hijo no será un erudito de la Torá (ver Nedarim 81a). 6. Sólo se es digno de la Torá mediante la humildad, quebrando el orgullo en las cuatro categorías de la humildad. Es necesario considerarse menos que aquellos que son más grandes que uno; menos que sus iguales; menos que aquellos que son inferiores a uno; e incluso, si uno mismo es el más pequeño de los pequeños, debe considerase menos que su propio nivel, considerándose a sí mismo como menos de lo que es en realidad. 6 Jeshvan 7. Es necesario cuidarse de aquellos atributos sobre los cuales la gente suele enorgullecerse. Existen tres de esos atributos: la sabiduría, la fuerza y la riqueza, como está escrito, “Que el sabio no se enorgullezca de su sabiduría ni el fuerte de su fuerza ni el rico de su riqueza” (Jeremías 9:22). En otras palabras, es necesario quebrar el orgullo que la persona siente debido a esos atributos y ser humilde en ellos. 8. En la medida en que se quiebre el orgullo, en el mismo grado se merecerá la Torá. Entonces, mediante la Torá, uno se hará digno de acercar a Dios a aquellos que están distantes; a su vez, el honor de Dios se exaltará y ascenderá, elevando así el honor hacia su raíz. De esa manera merecerá el temor sagrado, que lo llevará a alcanzar la paz en su hogar o “la paz en los huesos” (como en Salmos 38:4). La paz en el hogar le permitirá orar y así merecer la paz completa, que es la paz en todos los mundos. [Con respecto al concepto de “paz en los huesos”, ver el párrafo #12, más adelante. Esto describe la situación en la cual el cuerpo sigue los deseos del alma. Esta lección en el Likutey Moharán implica que en la medida en que la persona merece liberarse de sus “vestimentas sucias”, de la misma manera se hace digna de la santidad de la Tierra de Israel.] 9. Incluso después de haber sido iluminados y despertados hacia el arrepentimiento, los pecadores siguen muy lejos de la santidad y pueden experimentar grandes obstáculos. Esas personas deben esforzarse tremendamente para liberarse de las “vestimentas sucias” que han estado llevando (cf. Zacarías 3:4), dado que esas “vestimentas sucias” les impiden retornar al Santo, bendito sea. Esas vestimentas bloquean a las personas como un río que es imposible atravesar. Por lo tanto no te desanimes si ves que, pese a tu deseo de acercarte a Dios, surgen enormes obstáculos que te lo impiden. Pues inevitablemente deberás experimentar muchas y enormes barreras que son el resultado de las “vestimentas sucias” creadas por tus pecados; deberás simplemente sufrir las batallas y las amarguras hasta que puedas deshacerte de esas “vestimentas sucias”. Luego de ello, desaparecerán todos los obstáculos y las barreras que te separaban de la santidad. 10. De acuerdo al honor que uno le demuestre a las personas temerosas de Dios, así se elevará el honor a su raíz. Lo más importante es honrar de todo corazón a las personas temerosas de Dios; de esta manera, se rectifican los daños producidos al propio temor a Dios y uno se hace digno de la paz. 11. Existen dos clases de “paz”. Primero, está la “paz en los huesos” - dado que inicialmente la persona debe ocuparse de tener “paz en los huesos”, pues a veces no hay tal paz, como está escrito, “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado” (Salmos 38:4). Mediante el temor sagrado, la persona merece tener “paz en sus huesos” y orar. Por medio de la plegaria se hace digna [de una segunda clase de paz, que es] “la paz general” o la paz en todos los mundos. Uno llega a ese temor sagrado mediante la humildad y la Torá. 7 Jeshvan 12. El temor sagrado a Dios es el factor esencial en la plegaria. Pues la plegaria sustituye a los sacrificios y está escrito con respecto a los sacrificios, “Todo aquel que tenga un defecto no podrá acercarse” (Levítico 21:18). [Por otro lado,] cuando la persona no tiene defecto alguno, ello corresponde al concepto del temor sagrado, como está escrito, “Nada les falta a aquellos que Le temen” (Salmos 34:10). Mediante el temor sagrado, la persona merece plenitud y paz (Zohar II, 79) -es decir, tener “paz en los huesos”- y armonía entre su cuerpo y su alma. Entonces podrá acercarse al servicio puro e intachable a Dios y su plegaria estará completa. Mediante la plegaria, se hará digna de “la paz general”, que es la perfección de todos los mundos. Es por ese motivo que la plegaria es denominada KoRBan (sacrificio) - dado que produce un KeRuV (un “acercamiento”), acercando los mundos hacia su perfección. Esto es lo que significa la “paz general” o paz en todos los mundos, y es por ello que concluimos la plegaria [de la Amidá] con la palabra BaShalom (con paz). [Esta idea está ejemplificada en Pinjas, quien alcanzó “la paz completa”, como está escrito “He aquí, Yo le he dado Mi pacto de paz” (Números 25:12). El profeta Elías también viene para hacer la paz, y Elías es la misma persona que Pinjas. Todo esto se produce debido a la plegaria, como está escrito, “Y Pinjas se puso de pie y oró” (Salmos 106:30).] 13. Todos deben asegurarse de lograr esa “paz en los huesos” de la manera más completa - en otras palabras, debe haber verdadera paz entre el cuerpo y el alma. Entonces ciertamente no se querrá tener ninguna conexión con los asuntos de este mundo y sólo se aspirará a actuar en aras del alma. Más aún, todas las plegarias serán sólo en aras de conectar el alma [con su fuente]. Incluso al recitar aquellas partes del servicio de la plegaria que tratan explícitamente de las necesidades físicas, tales como “Cúranos” y “Bendícenos [en nuestro sustento]” [en la plegaria de la Amidá], y [en las plegarias que tratan de] otras necesidades físicas, la intención no será para el cuerpo, sino más bien para el “sustento” y la “salud” del alma. Pues en verdad, cuando uno se rectifica en el ámbito espiritual, automáticamente se rectifica en el ámbito físico y Dios le provee de todas sus necesidades, graciosamente y en abundancia. Pero la intención de la persona al orar sólo debe ser en aras del alma. 14. A veces vemos que hay Tzadikim que indudablemente han rectificado en ellos todo lo espiritual, pero que no reciben abundancia en el ámbito físico. Ese fenómeno se debe a los factores conectados con la reencarnación de las almas, como se explica en el santo Zohar (II, 216) y en el Tikuney Zohar (#69). 15. Las palabras de las plegarias rectifican el conflicto y traen la “paz general” o la paz en todos los mundos. 16. La persona debe acostumbrarse a orar por todo aquello que le falte - así sea el sustento o los hijos o por alguien enfermo en su hogar, Dios no lo permita. En todos esos casos, la estrategia esencial debe ser solamente orarle a Dios. La persona debe tener fe en Dios, en que el Santo, bendito sea, es bueno para todo -así sea para curación, sustento o alguna otra cosa- y la esencia de sus esfuerzos [para obtener aquello que necesite] debe estar dirigida hacia el Santo, bendito sea. No debe correr detrás de otras clases de estratagemas, dado que la mayor parte de ellas no son efectivas; e incluso si una pequeña fracción de ellas suelen dar resultado, es muy probable que la persona no sepa cuáles son o sea incapaz de dar con ellas. Pero clamar al Santo, bendito sea, es bueno y efectivo para todo el mundo - y ese método está siempre accesible, dado que Dios siempre está accesible. 8 Jeshvan 17. Es muy bueno sólo apoyarse en Dios. Pues si uno no se afirma en Dios debe luchar y buscar toda clase de estratagemas. Por ejemplo, si necesita una cura, debe correr detrás de toda clase de hierbas medicinales. Pero a veces las hierbas que necesita no pueden conseguirse en su país, mientras que aquellas que sí son accesibles no son buenas para esa enfermedad en particular. Pero el Santo, bendito sea, es bueno para curar todas las aflicciones, como está escrito, “Dios es bueno para todo” (Salmos 145:9). Más aún, Dios es siempre accesible para cada persona, como está escrito, “Pues ¿qué gran nación tiene a Dios tan cerca como el Señor nuestro Dios cada vez que Lo llamamos?” (Deuteronomio 4:7; ver Devarim Rabah, Parashat VeEtjanan, sobre el versículo, “Pues qué gran nación” y Ierushalmi, Berajot 9). Por lo tanto, si alguien tiene a un enfermo [en su hogar], Dios no lo permita, debe apoyarse completamente en la plegaria y en las súplicas. Esto es algo que es muy fácil de hacer y ciertamente siempre ayuda. Pero para que uno pueda ser curado por los remedios de los doctores debe [dedicarle mucho tiempo a buscar y a consultar] para llegar a encontrar un médico que lo pueda curar. Más aún, la verdad es que en la mayoría de los casos no hay médicos así y, en general, los médicos hacen más mal que bien. (Ver Pesajim 113a: “Rav le dijo a su hijo, el rabí Jiá, ‘No tomes remedios’”. Rashi explica allí: “No te acostumbres a tomar remedios, pues ‘Los remedios que son buenos para esto son malos para eso otro’” [ibid., 42b]. Como explica Rashi: Lo que es una cura para una enfermedad agrava otra). 18. Mediante la plegaria perfecta -que trae a su vez la “paz general”- todas las criaturas llegan a sentir compasión entre sí, generando la paz entre ellas. Éste es el estado que prevalecerá en el futuro, como está escrito, “El lobo habitará con la oveja” (Isaías 11:6). Entonces Dios les mostrará compasión a todos, como en el versículo, “Su compasión está sobre todas Sus obras” (Salmos 145:9). Como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, “Todo aquel que se compadece de los demás, el Cielo se compadece de él, como está escrito, ‘El te dará compasión y será compasivo contigo’” (Deuteronomio 13:18; Shabat 151b). 9 Jeshvan 19. Mediante la mitzvá de encender las velas de Jánuca, el honor de Dios brilla y es elevado y exaltado en el mundo, despertando a aquellos que están lejos de Él y haciéndolos retornar. Entonces uno se hace digno del temor sagrado a Dios, de la armonía en su hogar y de la plegaria. También se elimina el conflicto y las habladurías y les llega a los mundos la “paz general”. 20. Existen calumniadores y personas que promueven el conflicto. Estos están descritos en el versículo, “El calumniador separa a un hombre de su amigo” (Proverbios 16:28). Tales personas andan difundiendo habladurías y calumnias e incitan a la disputa y al conflicto entre amigos y entre el esposo y la esposa. Todo esto sucede en el ámbito físico, en el nivel mundano. Un fenómeno similar también se produce en el nivel espiritual, donde el Otro Lado y las fuerzas impuras tratan de tentar a la persona y de crear enormes conflictos entre su cuerpo y su alma, hasta que la persona llega al punto en que “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado” (Salmos 38:4). Pero cuando uno merece acercar al servicio a Dios a aquellos que están lejos de Él -mediante lo cual el honor de Dios brilla y asciende, retornando a su raíz, que es el temor sagrado- entonces todos los calumniadores desaparecen y la paz y la armonía aumentan en el mundo. De manera similar, el encender las velas de Jánuca en el momento apropiado también produce el mismo resultado. 21. Cuando aumente esa maravillosa paz en el mundo -tal como será en el futuro- desaparecerán el comercio y los negocios. Éste es el significado de “La mitzvá del encendido de las velas de Jánuca puede ser cumplida sólo hasta que no haya un pie en el mercado” (Shuljan Aruj, Oraj Jaim 672:2). En otras palabras, por medio de la paz que resulta del retorno del honor a su raíz, que es el temor sagrado, cesarán todas las transacciones comerciales y “no habrá un pie en el mercado”. Éste es también el significado del versículo, “Los cananeos ya no estarán más” (Zacarías 14:21). (Esto puede comprenderse a la luz de la traducción al arameo de este versículo, en el cual cananeos se traduce como tagará [que significa tanto “mercader” como “conflicto”]. Pues el comercio [i.e. tagará] es resultado del conflicto, como se indicó más arriba). 10 Jeshvan 22. Todas las enfermedades, Dios no lo permita, son una forma de discordia, en donde “no hay paz en los huesos”. En ese estado, los cuatro elementos básicos [del cuerpo] están en conflicto entre sí y no coexisten de manera armoniosa y equilibrada. La cura, por otro lado, es un aspecto de armonía y de paz. 23. Dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, “Aquel que avergüence a un erudito de Torá se verá afligido por una enfermedad incurable” (Shabat 119b). El medio fundamental para traer la paz -que es la esencia de toda curación- es demostrarles un sincero honor a las personas temerosas de Dios. De esa manera, uno hace retornar el honor a su raíz, que es el temor sagrado y, a su vez, se hace digno de la paz y de la curación. 24. El honor de Dios sólo brilla en el mundo gracias a los Tzadikim. Ellos llevan a la gente hacia la rectitud y trabajan para acercar a aquellos que están lejos de Dios, volviéndolos al arrepentimiento. Todo esto es la fuente principal del honor de Dios. Ésta es la idea que subyace en la elegía fúnebre que debe ser dicha al fallecer los Tzadikim, que Dios nos salve. 25. Hablar con un amigo sobre las enseñanzas morales y el temor al Cielo, despertándolo al arrepentimiento, sirve como rectificación para las emisiones nocturnas (KeRI). [Vemos la expresión de esta realidad en el versículo,] “Si separas lo precioso (IaKaR) de lo vil” (Jeremías 15:19) y dado que KeRI y IaKaR tienen las mismas letras hebreas [ello indica una conexión conceptual].
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