lunes, 25 de enero de 2021

Estudio Kitzur Likutei Moharan 15

 


Torah 15 - La Luz Oculta 

1. Aquel que desee experimentar el sabor de la “luz oculta” -es decir, los misterios de la Torá que serán revelados en el futuro- deberá elevar el aspecto del temor hasta su raíz. Esa elevación se logra mediante el “juicio” - es decir, mediante el hitbodedut y la conversación con el Creador, en la cual la persona derrama su corazón delante de Dios y se evalúa y se juzga a sí misma en todas sus actividades. De esta manera, se eliminan todos los temores y se eleva al temor desde donde esté sumido. Pues si la persona no se evalúa ni se juzga a sí misma, es entonces evaluada y juzgada desde arriba. Subsecuentemente, su juicio se “inviste” en [toda clase de] cosas y todo en el mundo se vuelve un agente de Dios para ejecutar el juicio decretado contra ella. Consecuentemente, esa persona recibe su castigo y su juicio a través de cualquier cosa en el mundo. Podemos percibir empíricamente este fenómeno. Pues cuando alguna clase de juicio severo o de sufrimiento, Dios no lo permita, cae sobre una persona, en la mayoría de los casos ello viene a través de una circunstancia menor, algo pequeño de lo cual nunca se hubiera pensado que terminaría desarrollándose en una enfermedad o en un sufrimiento como ése, Dios no lo permita. Todo ello ocurre debido a que el veredicto emitido sobre la persona desde arriba se ha “investido” en esa cosa en particular, para ejecutar el juicio apropiado. Todo esto sucede si la persona no se evalúa ni se juzga a sí misma. Pero cuando la persona se juzga a sí misma, entonces se anula el juicio emitido desde arriba y ya no necesita temer ni tener miedo de nada - dado que su juicio no está “investido” en ninguna cosa. Pues, al juzgarse a sí misma, ya ha anulado el juicio, y el temor no se “inviste” en ninguna cosa, pues su finalidad había sido despertarla y ella ya se ha despertado a sí misma. De esa manera, la persona eleva el temor a su raíz, de modo que sólo temerá a Dios y a nada más, y así merecerá saborear la “luz oculta”. 11 Jeshvan 2. La persona que desee experimentar el sabor de la “luz oculta” deberá dedicarle mucho tiempo al hitbodedut, a la conversación con Su Creador. Deberá evaluarse y juzgarse en todo momento -en todas sus actividades y comportamientos- considerando si es adecuado y correcto actuar y comportarse de esa manera delante de Dios, Quien constantemente la favorece. Deberá “ordenar sus asuntos mediante el juicio” (Salmos 102:5), juzgarse a sí misma sobre todo lo que está haciendo, evaluándose y juzgándose en todas sus actividades y comportamientos. De esta manera eliminará de sí todos los temores y se verá libre de los “temores caídos”. Es decir, no le temerá a ningún oficial, señor, animal salvaje, bandido o demás cosas del mundo, sino que sólo Le temerá a Dios. Así elevará el temor a su raíz, que es el conocimiento y merecerá un conocimiento completo en la medida en que llegue a saber qué debe temer en verdad, es decir, sólo el temor de la exaltación del honrado Nombre de Dios. Como resultado de ese conocimiento, alcanzará la comprensión de la Torá Revelada, que está integralmente conectada con el atributo de la humildad, y merecerá la verdadera humildad. A su vez, se hará digna [mediante esa humildad] de elevar una plegaria con total autotrascendencia, anulando al orar su yo y su materialidad, orando sin ningún tipo de interés personal. No se considerará como “algo”. Más bien, anulará su yo y su corporeidad y será como si no estuviese en el mundo, como está escrito, “Por Ti somos muertos cada día” (Salmos 44:3). Como resultado de esa plegaria comprenderá los secretos de la Torá - que son la “luz oculta” que será revelada en el futuro. Y todo esto se logra a través del hitbodedut. 3. La esencia del conocimiento se encuentra en el corazón. Los gentiles también poseen conocimiento, pero su conocimiento no tiene corazón. Sin embargo lo esencial del conocimiento es cuando éste existe en el corazón, como está escrito, “Dios no te dio el corazón para conocer” (Deuteronomio 29:3). El asiento del temor también está en el corazón. En otras palabras, la esencia del conocimiento es conocer a Dios en el corazón y no sólo en la mente. La persona debe hacer descender el conocimiento de Dios y unirlo a su corazón, hasta sentir verdadero temor reverencial ante la grandeza de Dios - hasta despertar a Su servicio en verdad y hasta merecer finalmente el nivel más elevado de temor, que es el temor a la exaltación de Dios, y entonces sabrá a Quién debe temer. Todo ello se logra mediante el hitbodedut -al juzgarse a uno mismo- mediante ello, uno merece la “luz oculta”. ¡Feliz de aquél que es digno de ello! 12 Jeshvan 4. Cuando clamamos a Dios con imágenes que se aplican a carne y hueso [i.e. descripciones antropomórficas tales como “Con mano fuerte y brazo extendido” (Deuteronomio 26:8), con nombres tales como “Compasivo y Gracioso” (Éxodo 34:6)], y Él está allí para nosotros cada vez que Lo llamamos, todo ello sólo se debe a Su bondad. Pues si no fuese por Su bondad, sería totalmente inapropiado clamar a Dios o describirlo con imágenes, alabanzas, palabras y letras - pues todo ello se debe simplemente a la bondad de Dios. A la luz de esto, es adecuado que la persona se inspire y ore con un gran entusiasmo al pensar en la grandeza del Creador tal cual Lo percibe en su propio corazón. Pues Dios es mucho más exaltado y sublime que cualquier alabanza o imagen. Es sólo debido al amor de Dios, a su compasión y a su gran bondad que Él nos ha dado permiso para llamarlo mediante todos esos nombres y para orar delante de Él, para que podamos ser dignos de unirnos a Él. Por lo tanto, es adecuado que la persona diga al menos esas palabras con todo su corazón, con un gran sentimiento y con total auto trascendencia, para poder llegar a merecer, gracias al amor de Dios, llamarlo mediante esos nombres y descripciones. 5. Existe una “serpiente” que tienta a la persona y la lleva a orar por su propio beneficio personal, como en, “¡Danos vida! ¡Danos pan!” y bienes similares. Es necedario superar todo ello e intentar orar sin ningún tipo de intención de ganancia personal, como si no se estuviese en el mundo. De esa manera, uno se hará digno de alcanzar la “luz oculta” que está guardada para los Tzadikim. 6. El Santo, bendito sea, desea las plegarias del pueblo judío. Cuando el pueblo judío ora delante de Él, cumple con Su deseo. En ese momento, Dios se torna como una “mujer” (ISHáH), si así pudiera decirse, en el sentido de que Él recibe placer de nosotros, como está implícito en el versículo, “Una ofrenda quemada (ISHéH), un aroma agradable para Dios” (Números 28:8). Mediante “el aroma agradable” que recibe Dios, Él se vuelve como una “mujer”. Más aún, otro versículo afirma, “La mujer cortejará al hombre” (Jeremías 31:21). Ello quiere decir que el Santo, bendito sea, [cuando Él recibe placer y se torna como una “mujer”,] Se hace como una “vestimenta que envuelve” - o en otras palabras, Se hace revelado [como una vestimenta]. Surge que, por medio de la plegaria, Dios, Quien inicialmente estaba oculto, ahora está revelado. Y dado que “el Santo, bendito sea y la Torá son Uno” (Zohar III, 73a), se desprende que mediante la plegaria se revela la Torá - específicamente, los secretos de la Torá. 7. Sólo se puede llegar a ser digno de los secretos de la Torá “oscureciendo el rostro como el cuervo” y mostrando una cierta clase de “crueldad” para con sus hijos, al igual que el cuervo, como han dicho nuestros Sabios, de bendita memoria (Eruvin 22a). En otras palabras, la persona debe demostrar un total autosacrificio, como está escrito, “Por Ti somos muertos cada día” (Salmos 44:23) - y debe orar con una completa anulación de su propia corporeidad. 13 Jeshvan 8. Los secretos de la Torá son llamados “santos”, y “Ningún extraño comerá de lo que es santo” (Levítico 22:10) - de aquello que es “primero”. Sólo podrán comerlo aquellos que se han santificado y que son llamados en Él. Esos secretos de la Torá son también el concepto del Santo Templo, que sea reconstruido y establecido pronto y en nuestros días. Amén.

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